Avui comptem amb la col·laboració d'una amiga, l'Alicia, que ens parla de dues maneres musicals d'entendre un mateix poema, Erlkönig. Gràcies, Alicia!

Bosc fantasma - P. Baldwin
Bosc fantasma - P. Baldwin
 

Me gustaría proponeros el juego de comparar dos canciones compuestas sobre el mismo poema: Der Erlkönig (“El rey elfo” en traducción aproximada), escrito por Johann Wolfgang von Goethe en 1782. La balada narra, de manera harto ambigua, la muerte de un niño ¿a manos? de un maligno espíritu que habita en el bosque. Las versiones de Franz Schubert de 1815 y de Carl Löwe de 1818, interpretadas ambas por el barítono Gerald Finley y el pianista Julius Drake, tienen algunos aspectos comunes y otros suficientemente dispares como para que sea un interesante ejercicio analizarlas en paralelo. ¿Queréis pasar un poco de miedo?

Cuatro personajes tienen voz en la canción, sobre un piano que nos recuerda que la acción tiene lugar durante una frenética cabalgada por el bosque. Un narrador (¿o es el propio padre?), el padre, su hijo y el rey elfo. El cantante es responsable de que identifiquemos quién habla en cada momento, y podréis comprobar que Finley lo aborda magistralmente.

Como decía, el piano, con unos martilleantes tresillos en Schubert y unas síncopas en un inestable compás de 9/8 en Löwe, nos suben a lomos de ese caballo y provocan una sensación de urgencia, de huída, de tensión especialmente notable en el largo comienzo instrumental de Schubert, en forte, que nos mete de lleno en el torbellino.

La música de Schubert es enérgica, física, comparada con Löwe, cuyo piano, sutil, confiere a la canción una cualidad “atmosférica”, brumosa. Melódicamente Schubert ofrece mayor riqueza y variedad, mientras Löwe utiliza el piano solamente como refuerzo de la línea de canto. Schubert nos arrastra vertiginosamente por el bosque, Löwe nos mete en un mal sueño. ¿Más en consonancia con la ambigüedad del poema?

Las frases en voz del niño son como preguntas susurradas, terminadas en línea ascendente, abierta, excepto la última: el grito de pánico cuya nota final es un brusco descenso. El golpe letal. Mientras Schubert refleja la angustia creciente subiendo un tono cada intervención, Löwe mantiene exactamente la misma melodía y de golpe asciende una cuarta al final. Uno nos sirve el suspense racionado y el otro alcanza el clímax de golpe.

El padre, en contraste, con voz más grave, intenta infundir calma al pequeño. Y no sabremos nunca si él también ve al rey elfo y trata de huir o piensa que el niño, enfermo, sufre alucinaciones.

La caracterización del rey elfo es brillantemente distinta en ambos autores. Aunque prometa mil y un tesoros, en Löwe resulta una criatura aterradora desde el principio, con esa hipnótica barcarola fantasma que es su melodía. El piano sugiere una presencia incorpórea, hecha de bruma nocturna. Schubert, a su vez, lo dibuja inicialmente con una música atractiva, titilante, juguetona, hasta que descubre su verdadero y maligno rostro: “si no vienes por ti mismo te llevaré a la fuerza”. Perdido el acompañamiento del piano, ese “gewalt” es como una garra surgiendo de la oscuridad para atrapar al niño.

Al final el narrador retoma la palabra, y es interesante cómo Löwe, a través de la repetición de la melodía que correspondía al niño a partir de “Dem Vater grau set’s”, transmite el pánico que se ha adueñado del padre. Por su parte, el ritmo en Schubert, que ya era trepidante, se acelera aún más, casi podemos sentir cómo el jinete clava las espuelas en el caballo con desesperación. Pero es inútil. El piano se detiene, hemos llegado. El padre mira a su hijo con estupor, en silencio. Las dos últimas notas de Schubert, sobre “war todt” son una exclamación de dolor. Dos golpes secos del piano y se acabó.

Reconozco que me chiflan las buenas historias de miedo que juegan, como esta, a dejar lagunas que nuestra imaginación ha de completar. Löwe y Schubert nos han ofrecido cada uno su versión musical. ¿Cuál os gusta más? Os daré una buena noticia: no es necesario elegir.

Erlkönig - F. Schubert 
 
Erlkönig - C. Loewe 
 

Wer reitet so spät durch Nacht und Wind?
Es ist der Vater mit seinem Kind;
Er hat den Knaben wohl in dem Arm,
Er faßt ihn sicher, er hält ihn warm.

«Mein Sohn, was birgst du so bang dein Gesicht?» -
«Siehst, Vater, du den Erlkönig nicht?
Den Erlenkönig mit Kron' und Schweif?»
«Mein Sohn, es ist ein Nebelstreif.»

"Du liebes Kind, komm, geh mit mir!
Gar schöne Spiele spiel ich mit dir;
Manch bunte Blumen sind an dem Strand,
Meine Mutter hat manch gülden Gewand."

«Mein Vater, mein Vater, und hörest du nicht,
Was Erlenkönig mir leise verspricht?»
«Sei ruhig, bleibe ruhig, mein Kind:
In dürren Blättern säuselt der Wind.»

"Willst, feiner Knabe, du mit mir gehn?
Meine Töchter sollen dich warten schön;
Meine Töchter führen den nächtlichen Reihn
Und wiegen und tanzen und singen dich ein."

«Mein Vater, mein Vater, und siehst du nicht dort
Erlkönigs Töchter am düstern Ort?»
«Mein Sohn, mein Sohn, ich seh es genau:
Es scheinen die alten Weiden so grau.»

"Ich liebe dich, mich reizt deine schöne Gestalt;
Und bist du nicht willig, so brauch ich Gewalt."
«Mein Vater, mein Vater, jetzt faßt er mich an!
Erlkönig hat mir ein Leids getan!»

Dem Vater grauset's, er reitet geschwind,
Er hält in Armen das ächzende Kind,
Erreicht den Hof mit Müh' und Not:
In seinen Armen das Kind war tot.

¿Quién cabalga tan tarde a través de la noche y el viento?
Es el padre con su hijo,
tiene al niño en su regazo,
lo sujeta con firmeza, le da su calor.

"Hijo mío ¿por qué ocultas con temor tu rostro?"
"Padre, no ves al rey de los elfos?
al rey de los elfos con su corona y su cola?"
"Hijo mío, es un jirón de niebla"

"Querido niño, ven, ven conmigo!
Juntos jugaremos a hermosos juegos;
en la orilla hay flores de vivos colores,
mi madre tiene muchos vestidos de oro."

"Padre mío, padre mío, ¿no oyes
las promesas que me hace el rey de los elfos?"
"Calmate, estate tranquilo, mi niño,
es el viento que agita las hojas de los árboles"

"Querido niño, ¿vienes conmigo?
mis hermosas hijas te esperan;
mis hijas te guiarán en la noche
y te acunarán y cantarán y bailarán para ti"

"Padre mío, padre mío, ¿no ves allá entre las sombras,
a las hijas del rey de los elfos?"
"Hijo mío, lo veo bien
es el brillo plateado de los viejos sauces"

"Te quiero, me atrae tu bella presencia;
si no eres obediente tendré que recurrir a la fuerza."
"Padre mío, padre mío, !me está agarrando!
¡El rey de los elfos me hace daño!"

El padre asustado galopa veloz,
sostiene entre en sus brazos al niño que gime,
llega a su casa jadeando y temeroso:
en sus brazos, el niño está muerto.